Casi seis décadas después de que, el 3 de febrero de 1966, la Unión Soviética lograse aterrizar con suavidad en la Luna con su sonda Luna 9, colocar un artefacto sobre nuestro satélite sigue siendo una empresa de alto riesgo. La India, que alunizó con su módulo Vikram el año pasado y se convirtió en el cuarto país en conseguirlo, había fracasado en un intento anterior, en 2019. Ese mismo año, la compañía israelí SpaceIL, también se estrelló cuando trataba de ser el primer proyecto privado en llegar, un hito que tampoco alcanzaron en 2023 los japoneses de Ispace. Con estos antecedentes, hoy se lanza la misión Peregrino 1, el primer intento de vuelo robótico comercial a la Luna de la iniciativa CLPS (Servicios de Carga Útil Lunar Comercial, de sus siglas en inglés) de la NASA. La misión, liderada por la empresa Astrobiotics, de Pittsburgh, es una parte del plan de retorno a la Luna como parte del programa Artemisa, en el que colaboran EE UU, Europa, Japón y otros países para asentar colonias lunares a finales de esta década y preparar el asalto a Marte dentro de 20 años.
“Son exploradores que van a la Luna antes que nosotros”, dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson. Si logra aterrizar con éxito, será la primera vez que EE UU se posa en la Luna desde 1972.
El Peregrino 1, que mide casi dos metros de alto por dos y medio de ancho y tiene una capacidad de 120 kilos, partirá desde Cabo Cañaveral, en Florida (EE UU), a las 8.18 horas peninsular española. Y lo hará a bordo del nuevo cohete de la United Launch Alliance, el Vulcan Centaur. Será la primera misión del cohete y también el vuelo inaugural para los motores Blue Engine 4, dos novedades que añaden incertidumbre a una misión con muchas características pioneras. Si todo sale bien, el viaje hasta la Luna durará unos 12 días, y la sonda aterrizará en la región Sinus Viscositatis (Bahía de la Pegajosidad), un territorio bautizado así en 2022 y sobre el que hace millones de años fluyó la lava.
El módulo de aterrizaje transporta 20 cargas útiles, incluidos cinco instrumentos de la NASA. La agencia espacial, que se puso en manos de esta iniciativa privada en 2019, quiere tomar medidas de la atmósfera lunar, la composición del regolito del suelo o el entorno radiactivo al que se enfrentarán los astronautas. Junto a estas herramientas, hay objetos llegados de siete países. Entre ellos, más material científico, como un detector de radiación del Centro Aeroespacial Alemán, pero también cosas más simbólicas, como una cápsula del tiempo con mensajes de 80.000 niños de todo el mundo, y muestras de ADN y cenizas de 70 humanos enviadas por la compañía de entierros espaciales estadounidense Elysium Space. Entre esas muestras están las del creador de Star Trek, Gene Roddenberry, el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, y tres presidentes de Estados Unidos: George Washington, Dwight D. Eisenhower y John F. Kennedy.
Sobre todo, la misión Peregrino 1 será el primer paso de un nuevo modelo de viajar a la Luna, que puede hacer más accesible el satélite para los científicos y que puede ser un modo más eficiente para la NASA de comenzar con la colonización lunar. Triunfe o fracase, esta misión será la primera de diez CLPS programadas en un futuro próximo y John Thornton, director ejecutivo de Astrobiotic, ya ha advertido que un contratiempo no les detendrá. Con un presupuesto poco mayor al de proyectos anteriores, como el indio Chandrayaan-3 o el israelí Beresheet, se estima que la misión de Astrobiotic ronda los 100 millones de dólares, menos de la mitad que la película Avatar.
La última vez que astronautas de EE UU estuvieron en la superficie de la Luna fue en 1972. El anterior administrador de la NASA, Jim Bridenstine, aseguró que esta misión es “un paso enorme para nuestros planes de exploración lunar de Artemis”. “Nuestra investigación científica y tecnológica se realizará sobre la superficie lunar, lo que servirá de apoyo al envío de la primera mujer y el próximo hombre a la Luna. Invertir en estos servicios comerciales de aterrizaje es también otro gran paso para construir una economía comercial en el espacio más allá de la órbita baja de la Tierra”, añadió.
Otra compañía privada, Intuitive Machines (de Houston), tiene como objetivo lanzar un módulo de aterrizaje a mediados de febrero, volando en un cohete de SpaceX. Pero antes el foco estará puesto en Japón, que intentará alunizar el 19 de enero. El módulo de aterrizaje de la Agencia Espacial Japonesa, que cuenta con dos pequeños vehículos exploradores, se lanzó en septiembre junto con un telescopio espacial. Si tiene éxito, Japón se convertirá en el quinto país en realizar un aterrizaje suave en la Luna, tras la Unión Soviética, EE UU, India y China, que ha alunizado tres veces en la última década y planea volver a recoger muestras a finales de este año. Y apenas el verano pasado, la India lo hizo.
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