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Muere a los 64 años Morfi Grei, pionero del rock macarra en España con La Banda Trapera del Río | Cultura

Morfi Grei era punk cuando en España no existía el género. En Venid a las cloacas, una de las primeras canciones de su grupo, La Banda Trapera del Río, Grei berreaba contra los que vivían en las ciudades satélite que afloraban en las grandes ciudades en los setenta: “Venid a las cloacas, estaréis mucho mejor. / Identificaos con las ratas, no vayáis al paredón”. Grei hablada desde su cuartel general en Cornellà de Llobregat (Barcelona), en aquella época y en los ochenta periferia azotada por la heroína y el paro.

Miguel Ángel Sánchez Tenedor, Morfi Grei, ha muerto a los 64 años por las complicaciones tras una operación de trasplante de hígado, ha informado la familia. “Su madre, sus hijos y sus hermanos os queremos agradecer todas las muestras de apoyo y de consuelo. Pedimos el máximo respeto e intimidad en estos momentos tan difíciles”, han escrito este viernes.

Grei llevaba algún tiempo en la lista de espera para un trasplante de hígado. Su cuerpo ya había pasado por varios percances. “Las cicatrices del rock and roll”, solía decir. En 2019, en el fragor de una gira de despedida que duraba varios años, Grei confesó que había pasado una severa depresión poco antes. “No me sentó bien la rentrée en el mundo del rock and roll. Entré en una depresión y estuve ingresado en el psiquiátrico de Sant Boi por un trastorno bipolar. Y para salir de esa situación me agarré de nuevo a la música. Fíjate, el rock and roll arruinó mi vida una vez más y de nuevo la salvó”, dijo a El Periódico.

Nacido en Melilla, el 14 de diciembre de 1959, su familia emigró a Cataluña y se instaló en Cornellà de Llobregat. Allí montó La Banda Trapera del Río, que editó su primer sencillo en 1978. Lo componían dos temas, el citado Venid a las cloacas y La regla. En esta última canta: “La regla es la historia de una chica que siente algo extraño en su cuerpo y a su alrededor”. La primera canción desde el punk sobre la menstruación, y entonada por unos macarras de extrarradio. Aquel 78 fue el año cero de lo más parecido al prepunk español. Además del sencillo de La Banda Trapera del Río se publicaron los debuts de Kaka de Luxe y el primer disco de Ramoncín, con aquellos emblemáticos Marica de terciopelo y El rey del pollo frito. Estos dos últimos nombres operaban desde el centro (centro-sur en el caso de Ramoncín) de Madrid. El mérito de La Banda Trapera del Río era que hablaban desde los márgenes de Barcelona en una época dura para vivir en aquellas zonas. Junto con familias humildes que se buscaban la vida trabajando diez horas al día, convivían delincuentes y la heroína comenzaba a ser el menudeo habitual en las calles. A todo eso le cantaban La Banda Trapera en sus viscerales temas.

Morfi Grei en 2011, durante una actuación en el acto que la iniciativa ciudadana Retrátate por la izquierda celebró en la Sala Apolo de Barcelona.
Morfi Grei en 2011, durante una actuación en el acto que la iniciativa ciudadana Retrátate por la izquierda celebró en la Sala Apolo de Barcelona.

Marta Perez (EFE)

De 1979 es su mítico primer trabajo largo, titulado como el grupo, La Banda Trapera del Río. Ellos siempre renegaron del sonido, como tantas otras formaciones que grabaron trabajos a finales de los setenta en huecos que los estudios baratos les dejaban. Pero lo cierto es que los aficionados al punk y al rock de barrio tienen en su altar con tachuelas este álbum, que contiene temas con unos títulos que hoy cortarían el aliento de algunos: Nacido del polvo de un borracho y el coño de una puta, Curriqui de barrio, Ciutat Podrida o Nos gusta cagarnos en la sociedad.

La actitud del grupo era punk, pero su música se nutría de otros estilos, como el rock barrial. Con gran conciencia obrera y atracción por el lumpen, sus letras reflejaban una jornada cualquiera en su barrio, y eran interpretadas por Grei con una rabia y agresividad que no se había visto en España. Quizá les faltó trascender más fuera de Cataluña. Realizaron conciertos memorables en Madrid y tenían buena afición en el País Vasco, pero su vinculación a su barrio y una actitud de me-la-suda-todo tendían a espantar a los engranajes de la industria musical. Grei contó a lo largo de los años que su querencia hacia las drogas también restó empuje a la banda.

Ya desde los ochenta el grupo sufrió despedidas y el consiguiente regreso. En los parones, Grei puso en marcha varios proyectos, como Zona Grei o Vox Animal. En los noventa y en los dos mil, sellos independientes como Munster se interesaron por su obra y reeditaron sus grabaciones clásicas. Grei nunca dejó de actuar, con la Trapera o con proyectos a dúo o trío con otros músicos, siempre que su pachucha salud se lo permitió. Hasta hoy, que su cuerpo maltrecho no ha podido más. Quedará en la historia de la música española como gran cronista de la cara más sucia de las ciudades.

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