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La reunión anual de bancos centrales en Sintra, organizada por el Banco Central Europeo (BCE), ha sido tradicionalmente un barómetro para proteger las políticas monetarias de las principales entidades globales, como la Reserva Federal estadounidense (Fed). Este año, sin embargo, la mesa redonda inaugural, en la que participaron Christine Lagarde, presidenta del BCE, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, y Roberto Campos Neto, presidente del Banco Central de Brasil, no proporcionó pistas claras sobre los movimientos futuros. Ambos líderes demostraron cautela, lo que refleja la actual inseguridad macroeconómica y geopolítica.
Ninguno de los representantes del banco planea atacar sus aviones. Se espera que el BCE continúe con su ciclo de transacciones que comenzó en junio y mediados de septiembre, mientras que la Reserva Federal podría comenzar a reducir las tasas de interés en los próximos meses, según los datos económicos emergentes. Esta dependencia de los datos característicos se aplica ahora tanto al BCE como a la Reserva Federal, incluso si su análisis ha sido llevado al organismo europeo para comenzar a reducir los impuestos, mientras que la Reserva Federal aún no tiene señales suficientes para actuar.
En Sintra, Powell reconoció que la Reserva Federal ha logrado “muchos avances” en la reducción de la inflación, pero destacó la necesidad de continuar con esos avances. “La economía estadounidense es fuerte y el mercado laboral es fuerte, por lo que podemos tomarnos el tiempo para hacer las cosas bien”, explicó.
Por su parte, Lagarde y el BCE han adoptado un rumbo obstinado, con el objetivo de prevenir una desaceleración económica con recortes de impuestos en junio. Esta decisión se tomó considerando que la inflación en la eurozona sigue siendo baja y el crecimiento de los salarios continúa, dos factores podrían dar un nuevo impulso a la inflación. El aumento de los salarios está impactando sobre todo en la inflación del sector servicios, que mantiene una tasa interanual del 4,1%, frente a una inflación media del 2,5%. El futuro de los impuestos del BCE puede depender de la evolución de la inflación de este sector.
Lagarde admitió en Sintra que el BCE probablemente no necesitaría alcanzar una inflación del 2% para volver a reducir los impuestos y podría hacerlo con impuestos por encima del objetivo, compensados por una baja inflación en el sector manufacturero, actualmente por debajo del 2%. Sin embargo, Lagarde quería moderar las expectativas de un inminente recorte de impuestos, haciendo que la necesidad de tiempo dependiera de la recopilación de datos y garantizando que los riesgos de una inflación excesiva hayan pasado.
El presidente del BCE también se refirió al impacto de las elecciones europeas y francesas en la política monetaria, considerándolas cruciales para la estabilidad financiera de la eurozona. Powell, por su parte, también evitó hacer comentarios sobre las elecciones estatales de noviembre, coincidiendo con la cautela de Lagarde.
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