Pasado un mes desde el comienzo de la marea de plástico que afecta a Galicia, y en mucho menor proporción a Asturias y Cantabria, todavía hay importantes interrogantes sin respuesta.
¿Cuántos ‘pellets’ se han recogido de las playas?
En los contenedores perdidos en el mar por el buque Toconao el 8 de diciembre había 1.050 sacos de 25 kilos de pellets de plástico, es decir, 26,2 toneladas. Pasado un mes desde la llegada de los primeros gránulos a la costa, todavía no está nada claro cuánto se ha recogido ni el procedimiento para llevar esta cuenta. En Galicia, la comunidad más afectada, la Xunta ha asegurado que hasta el momento su dispositivo de limpieza, en el que participan más de 300 efectivos, ha retirado el equivalente a 80 sacos de bolitas y también ha afirmado que el 90% sigue en el océano (para insistir al Gobierno central en que amplíe el operativo de retirada de estos plásticos al mar). Sin embargo, esta contabilidad es compleja, pues también están recogiendo pellets ayuntamientos, asociaciones ambientales, particulares e incluso la aseguradora de la empresa armadora del buque Toconao, que ha firmado convenios con algunos municipios.
Las cuentas de los pellets recogidos resultan clave para, efectivamente, evaluar qué cantidad se ha recuperado y cuánto puede quedar todavía en el mar, así como para adoptar decisiones sobre las estrategias a seguir. Ahora bien, en este caso la Xunta no ha explicado cómo llega a este porcentaje ni hay constancia de que en Galicia se esté realizando un seguimiento y pesado exhaustivo de la totalidad de los pellets que se están recuperando, como recomienda un informe sobre vertidos de este tipo de la Organización Marítima Internacional (OMI).
“A nosotros nos encantaría tener esa información, lo ideal es que hubiera un depósito central, pero hay mucho repartido por los concellos [ayuntamientos] y sé incluso de gente que se ha llevado a casa”, afirma Madison Hourihan, voluntaria de Noia Limpa, una pequeña organización ambiental de A Coruña muy activa en este vertido y que no da abasto para actualizar mapas de seguimiento de las playas afectadas. Xavier Curto, coordinador de Surfrider España, una entidad ambiental que lleva 20 años trabajando en derrames de pellets, también echa de menos un registro fiable. “La falta de información rigurosa y clara por parte de la Administración es uno de los grandes problemas de base que estamos teniendo”, se queja.
Aunque la Xunta ha asegurado que su dispositivo de limpieza ha recogido hasta el momento el equivalente a unos 80 sacos, los primeros días hubo una única persona, Rodrigo Fresco, que rescató él solo 60 sacos enteros en las playas de Ribeira (A Coruña), y la organización Noia Limpa dio otra estimación de sacos recogidos por voluntarios, que (si se descuentan los de Ribeira) añadiría unos 10 más a la cuenta. Además, hay más bolitas recuperadas, a menudo mezcladas con algas y restos de las playas, que están dispersas por ayuntamientos gallegos que todavía no saben qué hacer con ellas. Según explica el Ayuntamiento de A Coruña: “Nosotros mandamos a los servicios de limpieza a recogerlo y lo tenemos almacenado, estamos haciendo acopio de ello hasta que nos digan qué hacemos, pero no lo hemos pesado”. Lo mismo dicen otros municipios como el de O Grove: “Estamos acumulando todo el material en contenedores; ningún organismo, ni entidad, ni cargo de ningún tipo se ha puesto en contacto con nosotros para decirnos qué tenemos que hacer con los pellets”.
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A preguntas de este diario, la Xunta asegura que “tal y como establecen los protocolos aprobados en el marco del Plan Camgal, tanto los voluntarios como el personal contratado deben comunicar la cantidad aproximada recogida a los ayuntamientos”. Pero los voluntarios y ayuntamientos preguntados por este periódico no saben nada de esto. A estas cuentas en Galicia, habría que sumar lo recogido en Asturias y Cantabria, aunque allí las cantidades son muy inferiores. El Gobierno del Principado de Asturias consideró este sábado estabilizada la llegada de pellets a sus costas y afirmó haber recogido hasta ahora nueve kilos, mientas que en Cantabria la afección es aún menor y, según la agencia Efe, el viernes se recogieron 130 gramos. La sensación es que, efectivamente, lo que se ha recuperado es una pequeña parte de las 26 toneladas perdidas, pero los protocolos para este tipo de situaciones inciden en la importancia de una contabilidad fiable para poder tomar las mejores decisiones.
¿Suponen estas bolitas algún riesgo para humanos o la vida marina?
Las bolitas de plástico que están llegando a las costas españolas son una mezcla de 88-90% de polietileno y un 12-10% del aditivo denominado UV622. Esta información se conoce en un primer momento por dos informes técnicos encargados por la Xunta, basados en la ficha técnica del producto y que fueron desvelados esta misma semana por medios como eldiario.es y EL PAÍS. Desde el punto de vista de la toxicidad, los dos trabajos afirman que no se trata de una mezcla peligrosa, pero el segundo informe, el del Centro Tecnológico de Investigación Multisectorial (Cetim) en A Coruña, recomienda “no inhalar el polvo y evitar el contacto con la piel, los ojos y la ropa”.
Según el equipo de investigación Ecotox de la Universidad de Vigo, el polímero polietileno es “completamente inofensivo”, mientras que el aditivo UV622 utilizado como estabilizador de luz ultravioleta incluye dos componentes, ácido succínico, un ácido orgánico sin problemas toxicológicos, y una sustancia sintética de la familia de las aminas aromáticas que le confiere su carácter antioxidante. “Esta sustancia está clasificada por la Agencia Europea de Sustancias Químicas como una sustancia con toxicidad crónica (es decir, solo sería tóxica en una exposición prolongada, lo que no ocurre con tareas específicas de limpieza), e irritante para los ojos (por lo que se debe tomar esta precaución en las actividades de limpieza)”.
De forma posterior, el grupo de Química Analítica Aplicada de la Universidad de A Coruña ha presentado otro informe ya no sobre la información del producto aportada por el fabricante, sino de análisis de los pellets recogidos en la playa de Nemiña en Muxía (A Coruña). Aparte de UV622 (que se muestra poco soluble en el agua), este trabajo detecta otras 14 sustancias más utilizadas como aditivos plásticos, entre ellas nuevos estabilizadores UV de base amina, octilfenol y tres antioxidantes. Estas aparen en cantidades mucho más pequeñas y podrían ser incluso impurezas del material.
De este modo, aunque la Xunta ha afirmado que los pellets no son tóxicos ni peligrosos, todavía quedan interrogantes sobre las sustancias que pueden desprender las bolas de plástico. Y faltan por conocerse más análisis que se están realizando del vertido por parte del Seprona, el CSIC y otros centros científicos. La última novedad sobre esta cuestión ha sido el anuncio del Gobierno gallego de crear una comisión de expertos en ecotoxicidad la próxima semana.
Para Raúl García, de la organización ecologista WWF, no se puede descartar tan rápido que estas bolas supongan algún peligro. “A menudo se confunde legalidad con inocuidad”, incide. En este mismo sentido, la bióloga Eva Jiménez-Guri, investigadora de la Universidad de Exeter (Reino Unido) que se dedica a estudiar el impacto de los pellets en especies marinas, ha recalcado que aunque se confirme que estas bolas no resultan tóxicas para los humanos, esto no quiere decir que no afecte al ecosistema marino.
¿Qué se sabe del contenedor caído al mar?
Otra gran incógnita es qué ha pasado con el contenedor caído al mar que ha originado el vertido, sobre todo, si como parece la mayor parte de la carga de pellets sigue en el agua. Se ha informado de que este es uno de los seis contenedores perdidos por el buque Toconao a unos 80 kilómetros al oeste de Viana do Castelo (Portugal). Pero se desconoce si los mil sacos de pellets salieron de golpe al agua o si quedan más en su interior. Su localización resultaría muy conveniente, pero también es una operación extremadamente compleja y costosa, pues se estima que puede estar a una profundidad de entre 2.000 y 3.000 metros, y en aguas de Portugal.
Como incide el informe de la OMI sobre estos vertidos, “observaciones de incidentes pasados han demostrado que, en algunos casos, un contenedor de pellets de plástico perdido puede liberar continuamente su carga en el agua mientras descansa en el fondo marino, constituyendo así una fuente constante de posible contaminación”.
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