Sebastián Castella, Daniel Luque y Christian Parejo, con la colaboración imprescindible de la insufrible corrida de La Ventana del Puerto, se empeñaron en aburrir a la plaza entera y bien que lo consiguieron.
Los tres brindaron uno de sus toros a la concurrencia y todavía habrá alguien preguntándose la razón del detalle. No se sabe qué le verían a sus toros cuando saltaba a la vista que estaban muertos en vida, enfermos de una penosa flojedad y descastados hasta la extenuación. Pero ahí que anduvieron los tres empeñados en ponerse flamencos delante de animales tullidos, por lo que el espectáculo resultó denigrante de principio a fin.
Hasta cinco avisos se escucharon en la corrida: dos para Castella, uno para Luque, y otros dos para el confirmante, lo que da una idea del petardo que los tres protagonizaron, mantazo va, mantazo viene, entre el bostezo general.
Ellos son los grandes culpables de que corridas ruinosas como la de esta tarde vuelvan a las grandes ferias, porque son los toreros, conscientes o no, los que parecen dispuestos a sacar agua de un pozo seco, o de justificar al ganadero, que no es más que una variante moderna del timo de la estampita.
Insoportable ha sido el festejo por unos toros desiguales en todo y sobresalientes en sosería, flojedad y falta de casta; insoportable por el desmesurado intento de los toreros que hacerle creer al público que aquellos animales eran toros -de ahí los brindis- y no caricaturas vestidas de negro.
Antes de que este panorama se presentara con toda su fanfarria, confirmó su alternativa Christian Parejo, y dejó detalles de buen sabor torero. Para empezar, recibió al primer toro por delantales, airosas chicuelinas y una media, ya en los medios, preñadas de elegancia. Tras la ceremonia con padrino y testigo, se fue el centro del ruedo y desde allí citó al toro, que acudió con presteza, y se lució en dos pases cambiados por la espalda, otros dos de pecho y un remate garboso. Hasta aquí, lo mejor de la tarde.
Después, hubo dos tandas más con la mano derecha, de trazo largo y templado, que vinieron a explicar las clásicas maneras toreras y el estilo que adornan al confirmante. El toro se cansó, se quedó sin vida y la faena no alcanzó el vuelo esperado.
Volvió Parejo a mostrar disposición y actitud ante el sexto, pero el ambiente ya no era el mismo. Eran las nueve y cuarto y el personal había dado ya muestras de cansancio. Pero el torero se hizo el longui y dio pases de todos los colores a cual más aburrido, ante un toro que se había rajado a poco de comenzar la faena. En una palabra, que la buena impresión que había dejado en su primero se difuminó en beneficio del fastidio.
Pero el trofeo al cargante se lo llevó con todo merecimiento Castella ante su primero, noble e insulso como los demás, ante el que se mostró incansable y soporífero. Sonó un aviso antes de que montara la espada, pues aún se atrevió con unas manoletinas, inasequible al desaliento y de espaldas al empacho de los tendidos. Otro recado escuchó en el cuarto, también soso y deslucido, al que muleteó, como al otro, siempre al hilo del pitón y con todas las ventajas posibles.
La misma suerte, respecto a los toros, corrió Luque, que tampoco tuvo su día. Sin fondo alguno su primero y de viaje muy corto, pero brindó el quinto, que era de la misma condición. Y como había brindado, se vio obligado a buscar el lucimiento como fuera; y como no era posible, alargó y alargó la faena sin sentido alguno de la medida.
En dos palabras, aburrieron a las ovejas.
Hubo torería, eso sí, en el tercio de banderillas, y merecen ser destacados los nombres de José Chacón, Iván García, Jesús Arruga, Antonio Chacón y Vicente Herrera.
La Ventana/Castella, Luque, Parejo
Cinco toros de La Ventana del Puerto y el cuarto de Puerto de San Lorenzo, desiguales de presentación, cumplidores en varas, blandos, sosos, nobles y descastados.
Sebastián Castella: aviso, casi entera perpendicular y baja (ovación); pinchazo, media estocada, un descabello -aviso- y dos descabellos (silencio).
Daniel Luque: estocada y tres descabellos (silencio); pinchazo, estocada casi entera -aviso- (silencio).
Christian Parejo, que confirmó la alternativa: estocada casi entera perpendicular y atravesada -aviso- y un descabello (ovación); estocada baja -aviso- (silencio).
Plaza de Las Ventas. 25 de mayo. Decimocuarta corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).
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