El 2023 ha sido el año más caluroso de la historia y el tercer verano más seco en España desde que comenzaron los registros hace seis décadas. La falta de lluvia ha afectado especialmente a Cataluña, que cerró el año con la peor sequía registrada, de acuerdo con el Servicio Meteorológico de la Generalitat. Las personas están cada vez más familiarizadas con las secuelas: los embalses en mínimos históricos han llevado a recortes de suministro y restricciones en el consumo de agua. En el entorno natural, la vegetación se seca y los parques y jardines se están quedando sin mariposas. Aunque estos insectos han aprendido a regular su temperatura corporal, no se libran de los efectos negativos del calor, que aumenta su riesgo de desaparecer.
Apreciadas por sus colores brillantes y su revoloteo que comienza junto al buen tiempo, existen más de 24.000 especies registradas de mariposas. Su diversidad va más allá de sus tonalidades: estos insectos lepidópteros emplean distintas estrategias para adaptarse al clima dependiendo del lugar que habitan. Así lo ha demostrado un estudio internacional, publicado en el Journal of Animal Ecology, que ha encontrado que las mariposas en Cataluña son más eficientes a la hora de regular su temperatura que las especies del Reino Unido. Sin embargo, el calentamiento debido al cambio climático pone a las mariposas españolas en un mayor riesgo de extinción. Eric Toro Delgado, del Instituto de Biología Evolutiva del CSIC y autor del estudio, explica que hay un impacto en su productividad, pues es posible que gasten tiempo refugiándose del calor: “Ese tiempo no lo pueden invertir en reproducirse o poner huevos, lo que afectará negativamente a las poblaciones”.
Los investigadores han comparado a las mariposas de estas regiones por tratarse de latitudes y regímenes de temperaturas distintos. Además, explica Toro, “conocer las condiciones de la región más cálida refleja hasta cierto punto lo que se pueda encontrar en un futuro en la región más fría si el cambio climático continúa”.
Los científicos han encontrado que, a medida que las temperaturas aumentan, ambas poblaciones cambian a un comportamiento de evitación del calor. En Cataluña las mariposas varían su exposición al sol con cambios de posición: “Abren más o menos las alas y cambian de orientación respecto a los rayos del sol”, describe el biólogo ambiental. En cambio, las poblaciones del Reino Unido, “dependen más de buscar microclimas adecuados, es decir, zonas con una temperatura algo más alta o más baja, con mayor o menor exposición al viento”.
Para la investigación, los científicos midieron la temperatura corporal y del aire de casi 800 mariposas adultas de 23 especies distintas. Para diez de ellas, los investigadores tenían datos comparables entre especies de Cataluña y Reino Unido. A pesar de las diferencias entre ambas ambas poblaciones, los investigadores observaron que cuando se alcanzaban los 22º, la diferencia entre su temperatura corporal y la del ambiente se reducía. Es decir, necesitan calentarse menos o casi nada. Por lo tanto, si las temperaturas aumentan demasiado, también se sobrecalentarán y deberán cesar su actividad para protegerse. Este cambio podría beneficiar inicialmente a las mariposas británicas, mientras que las españolas enfrentarán dificultades para sobrevivir si no se adaptan lo suficientemente rápido: “En Reino Unido también se acabarán sobrecalentando si el calentamiento global continúa”, advierte Toro. Las especies británicas, que dependen principalmente de la sombra para mantenerse frescas, están en mayor riesgo de disminución poblacional ante la pérdida de hábitat.
Una de las razones por las que las mariposas españolas son mejores para regular su temperatura podría ser porque tienen más opciones térmicas disponibles, según apuntan los autores del estudio. Sin embargo, también recurren a la búsqueda de zonas con temperatura más baja y su desplazamiento es cada vez más evidente. El uso inadecuado y excesivo de fertilizantes y plaguicidas, o la introducción de especies no autóctonas, son otras de las amenazas que enfrentan estos polinizadores. En España hay 13 especies incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial.
Las mariposas son especies bioindicadoras; es decir, su comportamiento y desarrollo aportan información de cómo se encuentra el ecosistema que habitan. Además, estos lepidópteros reaccionan rápidamente a los cambios, por lo que se han empleado para estudiar los efectos del cambio climático. Por tanto, el hecho de que las mariposas disminuyan a causa de la sequía y el calor puede brindar pistas del estado de otros insectos, como abejas o escarabajos, e incluso de animales vertebrados.
Un mayor entendimiento de cómo se termorregulan las mariposas, así como comprender las variaciones de temperatura, es esencial para prever qué especies están más en riesgo debido al cambio climático. Los ecosistemas diversos ofrecen a estos insectos una mayor variedad de microclimas, por lo que los autores destacan el crecimiento de flores silvestres y la plantación de más árboles, como algunas acciones que podrían contrarrestar la pérdida de hábitat.
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