Como cuando en la clausura de unos Juegos Olímpicos el país anfitrión pasa el testigo al siguiente, tras el eclipse del pasado día 8 de abril Norteamérica ha cedido el turno a España, el único país del mundo en el que podrá verse con garantías el próximo eclipse total, el 12 de agosto de 2026. El problema es que ninguna autoridad española ha recogido el testigo. Los expertos de la Comisión Nacional del Eclipse recuerdan al Gobierno central y a los autonómicos que aún no hay un plan para abordar este fenómeno de masas, que puede derivar en colapsos en las áreas más propicias para ver el fenómeno astronómico y la especulación con las imprescindibles gafas de protección.
Será el acontecimiento astronómico del siglo: en una casualidad cósmica que rompe registros históricos, otro eclipse total pasará por España el 2 de agosto de 2027, de nuevo en plena temporada alta turística. Y en enero de 2028 llegará otro gran eclipse a la Península, en este caso anular. Joaquín Álvaro, presidente de la Federación de Asociaciones Astronómicas de España, considera que es una gran oportunidad para la ciencia y la divulgación españolas, pero lanza un aviso: “Si no se planifica, va a ser un desastre. Habrá grandes atascos de tráfico y se disparará el riesgo de incendios forestales. Esto es una constante en los eclipses totales”.
José Jiménez, director de la empresa de turismo astronómico AstroÁndalus, coincide en que lo primero es “evitar el caos, que está garantizado si no hay suficiente previsión: en casos recientes, además de colapsos en las carreteras, hemos visto desabastecimiento de combustible y cortes en las redes de telecomunicaciones. Y este eclipse total será en agosto y en España: vamos a tener aquí a media Europa”.
El reto de planificación más inmediato, según los expertos, es conseguir gafas para eclipses. “Es un equipo de protección muy barato, que ahora cualquiera puede comprar por un euro y pico. Pero no hay empresas españolas que las fabriquen y necesitaremos más de 50 millones de unidades, para ponerlos a disposición de toda la población y los turistas ese día”, explica Alejandro Sánchez desde el departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid.
Evitar la especulación con las gafas
Sánchez asegura que, sin una compra masiva por anticipado, habrá desabastecimiento y precios desorbitados de estos dispositivos básicos, que tienen un coste de fabricación muy bajo pero necesitan homologación para certificar que protegen de manera adecuada. Las comparaciones con las mascarillas en el inicio de la pandemia son inevitables. “La pandemia sabíamos seguro que iba a ocurrir, pero no sabíamos cuándo; en cambio, este trío de eclipses en años consecutivos se sabía desde hace siglos”, señala este astrofísico, quien considera a los españoles unos afortunados, pero que deben estar preparados para aprovecharlo: “A España le ha tocado la lotería con esta carambola astronómica”.
Históricamente, en distintas culturas se interpretaba el eclipse como un mal presagio. Ya no es así: genera una ilusión que llega a la eclipsemanía, pero también problemas de orden público. En 1999, durante el último que cruzó Europa, se padecieron la escasez de gafas y los atascos en las carreteras. En el de 2017, en EE UU hubo históricos problemas de tráfico, con un fuerte aumento de los accidentes mortales. Por eso, durante el pasado 8 de abril se declaró el estado de emergencia en múltiples condados e incluso estados enteros y también en el lado canadiense de las cataratas del Niágara. El fenómeno disparó, a lo largo de la banda de totalidad del eclipse, los alquileres de pisos turísticos y también las búsquedas en Google sobre daños en los ojos.
With the eclipse approaching in less than a week, over half of U.S. cities along the eclipse’s path are fully booked for the night of April 7th according to data from @airdna pic.twitter.com/SLVpyKu2Oe
— Jamie Lane (@Jamie_Lane) April 2, 2024
El segundo gran reto que plantea un eclipse total es de educación y divulgación. En EE UU, la NASA es la agencia federal de referencia para la información y recomendaciones relacionadas con los eclipses, pero en España no hay una institución equivalente, con esas funciones, prestigio y presupuesto. La Comisión Nacional de Astronomía, que depende tanto del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible —a través del Instituto Geográfico Nacional— como del Ministerio de Ciencia —a través del CSIC—, creó en julio de 2023 un grupo de trabajo denominado Comisión Nacional del Eclipse. Esta comisión, que reúne a 14 expertos e incluye desde observatorios profesionales hasta astrónomos amateurs, no tiene aún página web por falta de medios propios. El coordinador del grupo de trabajo y representante de la Unión Astronómica Internacional, David Galadí, lamenta que no les haya sido concedida la subvención que necesitaban para ello.
La Comisión Nacional del Eclipse acaba de elaborar su primer informe, con el que buscan concienciar a los responsables públicos “de la que se avecina”, en palabras de Galadí. Este astrónomo explica que han empezado a difundir el documento entre autoridades locales, provinciales y autonómicas y que, a través del Ministerio de Transportes, están buscando los interlocutores adecuados en el Gobierno central. El informe hace un llamamiento a planificar y coordinarse con suficiente antelación y ofrece una red de representantes para asesorar a las diferentes administraciones.
Un reto para Tráfico y Protección Civil
“Estos fenómenos supondrán un desafío desde varios puntos de vista: turismo, transportes, educación, divulgación científica y protección civil”, advierte el grupo de expertos. Consultado por EL PAÍS, un portavoz del Ministerio de Transportes asegura que se “están estudiando todos los aspectos relevantes de cara a la observación de los fenómenos”. La Comisión Nacional del Eclipse, explica el portavoz del Transportes, vela por proporcionar la información relevante a toda la población y facilitar la contemplación segura de los eclipses. Desde el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, destacan su participación en la comisión —a través del Instituto de Astrofísica de Canarias, la FECYT, el Instituto de Astrofísica de Andalucía y la Agencia Espacial Española—, para impulsar el diseño y la financiación de actividades divulgativas y educativas sobre los eclipses.
Galadí incide en la protección civil como el tercer gran reto: “Habría que montar un dispositivo especial de tráfico, comparable en complejidad al del paso del Estrecho, pero concentrado en dos días”. Además señala que esas concentraciones inusuales de personas, en pleno mes de agosto, aumentan el riesgo de incendios forestales y también de golpes de calor y deshidrataciones. Coincide en ello Sánchez, quien compara los previsibles desplazamientos de millones de personas con los que generan grandes acontecimientos deportivos: “Es como organizar un Mundial de fútbol, pero con todos los asistentes presenciando la final. Y hasta unos días antes, no sabes dónde va a ser la final: el destino de muchos desplazamientos vendrá condicionado por las predicciones meteorológicas de última hora”.
Un grupo de trabajo de la comisión está encargado específicamente de entrar en contacto con las autoridades locales para identificar lugares de observación óptimos en la banda de totalidad, aseguran desde Transportes: “Será un fenómeno de enorme audiencia presencial, a lo que habría que incluir los vehículos necesarios para desplazarse a las zonas donde se pueda observar; una vez identificados dichos lugares, el ministerio dispondrá sus recursos y las medidas de su competencia para facilitar una movilidad ordenada a esas zonas de alta afluencia de personas y vehículos”.
Un regalo a la España vaciada
Todos los expertos coinciden en que encontrar lugares ideales será mucho más complicado en el caso del primero de los tres eclipses. La combinación de factores implicados hace que “la zona idónea para contemplar ese eclipse total será un triángulo entre las provincias de León, Palencia y Burgos”, según Galadí, quien recuerda que al estar el Sol tan bajo, no vale cualquier sitio. Hay que buscar ubicaciones con el horizonte libre de obstáculos —edificios, árboles y montañas— hacia el oeste. Todo apunta, por tanto, hacia algunas zonas rurales de la España vaciada: desde la trayectoria y particularidades del propio eclipse hasta la baja probabilidad de nubes y la orografía llana, sin grandes relieves en el territorio.
Esas zonas más agraciadas por el acontecimiento astronómico de 2026 tendrán que adaptar sus infraestructuras y servicios para acoger de golpe las multitudes de visitantes que se esperan durante varios días. “Esto supone un reto obvio desde el punto de vista turístico, pero también una oportunidad, si se tiene capacidad para fomentar y adecuar una oferta versátil que aproveche estos eventos y sobreviva después”, afirma el informe de la Comisión Nacional del Eclipse. A la complicación de alojar y abastecer a los viajeros que pasarán varios días en esos lugares privilegiados de la España vaciada, se añade la dificultad de gestionar el desplazamiento de cientos de miles de coches que, durante las horas previas al eclipse, estarán aún buscando las ubicaciones con mejor visibilidad. Ni ese eclipse ni el siguiente podrán verse como totales desde Madrid ni Barcelona, lo que incentivará aún más los desplazamientos.
El siguiente eclipse, el 2 de agosto de 2027, solo será total en el extremo sur de Andalucía: una zona con mucha más infraestructura turística, pero que precisamente ya está saturada de visitantes en esas fechas. “Los problemas de aglomeraciones y atascos de tráfico monumentales estarán mucho más concentrados, sobre todo en la costa de Cádiz, y eso tampoco va a ser fácil de gestionar”, advierte Sánchez. Ese tipo de problemas serán mucho menores en el eclipse de enero 2028, porque será anular —no total— y en pleno invierno, al anochecer, las nubes tienen mucha más probabilidad de arruinar el fenómeno.
“Lo ideal sería conseguir que se fabriquen en España muchos de todos los millones de gafas que se van a necesitar, o que por lo menos se importen de una manera responsable. Por último, debería haber un plan para reciclar esos residuos”, explica David Galadí. El ministerio de Transportes manifiesta estar a la espera de las recomendaciones definitivas de la Comisión Nacional del Eclipse para garantizar un número de gafas de protección suficiente, “que deberán seguir estrictos criterios de calidad y medioambientales”; además, según su portavoz, “el ministerio de Transportes se involucrará en este suministro”.
Los astrónomos consultados también piden a las autoridades que evitemos graves errores del pasado. Con ello se refieren a que, ante la falta de gafas y preparación, tanto colegios profesionales de ópticos como consejerías de Educación dieron en 2005 la directriz de no dejar a los alumnos salir al recreo a ver el eclipse anular, para evitar daños en los ojos.
Pese a que aún no haya un plan para el trío histórico de grandes eclipses, los expertos señalan una ventaja adicional para España. “Otro eclipse, el parcial del 29 de marzo de 2025, visible en toda la Península, Baleares y Canarias, será una ocasión inmejorable para hacer un ensayo general; como mínimo, para ver si somos capaces de conseguir suficientes gafas”, afirma Sánchez. Queda menos de un año. Será una primera prueba a gran escala de cómo observar un eclipse y, también, un recordatorio de la que se avecina en 2026 y 2027.
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