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El turismo internacional ya se topa con la sequía en España | Clima y Medio Ambiente

Los turistas suelen buscar relajarse y olvidarse de las preocupaciones, pero al llegar a varias zonas de España se topan de frente con una: “Alerta por sequía. Durante tu estancia ahorra agua”, leen nada más bajarse del avión quienes aterrizan en el aeropuerto de Barcelona. Las administraciones han sido reacias a poner restricciones a un sector que año tras año no deja de marcar récords —en 2023 superó los 85 millones de visitantes—, pero el debate ya está en los medios internacionales, que empiezan a plantear si el modelo de sol y playa se podrá mantener en el futuro, mientras Alemania advierte a sus nacionales antes de visitarnos. Los expertos piden hacer corresponsables a los foráneos, que gastan de media mucha más agua que los residentes, y exigen contar con datos precisos sobre la materia.

El cambio climático, que impulsa olas de calor y persistentes sequías, está poniendo el tema sobre la mesa en las últimas semanas. “¿Adiós al turismo de sol y playa?”, titulaba el francés Les Echos, en un reportaje que hablaba de por qué compartir los recursos con turistas “inconscientes y derrochadores”, con una ilustración de varios extranjeros ante una piscina vacía y una ducha seca. “¿Cómo será España cuando se quede sin agua?”, se preguntaba el inglés The Guardian. “El país necesita un plan para salvar al sur, donde el turismo y la agricultura se desvanecerán”, apuntaba Financial Times. “Una sequía de años enfrenta a la población local con la industria turística”, señalaba la NPR estadounidense.

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“Página de ‘Les Echos’ del 15 de marzo 2024, con ilustración de Hervé Pinel”.

De hecho, el Ministerio de Exteriores de Alemania ha incluido en los consejos de viaje y seguridad para viajar a España este mensaje: “Partes de Cataluña se encuentran en estado de emergencia hídrica debido a la persistente sequía. Esto afecta actualmente a más de 200 municipios, entre ellos Barcelona, Girona y municipios de la Costa Brava. Esto significa que se aplican límites máximos de consumo de agua per cápita. También se aplican restricciones al funcionamiento de las piscinas de los complejos hoteleros y a las duchas de las playas”, informa Almudena de Cabo. Algunos medios británicos también advierten a los ingleses que viajen a la Costa del Sol.

Esos mensajes no siempre llegan a su destino. La mexicana Karen, de 25 años, acababa el viernes sus vacaciones de unos días en Barcelona: “No sabía que había sequía antes de venir, aunque sí lo he visto en carteles en el metro. En el hotel me dijeron que utilizáramos las toallas lo máximo que pudiéramos, nada más”, informa Anaís Díaz. Lisa, de la misma edad, acaba de llegar a la capital catalana desde Buenos Aires. “No he escuchado nada sobre la falta de agua antes de venir ni he visto ningún cartel sobre el tema. En el hostal tampoco me han explicado nada ni me han dicho que haya restricciones de agua”, señala esta argentina, que ha viajado hasta aquí para visitar a una amiga.

La fortaleza del turismo español, que genera el 12% del PIB, hace que las administraciones sean muy cautas a la hora de tomar medidas que afecten al turismo. Sin embargo, también hay una opacidad en los datos: ni el Ministerio para la Transición Ecológica, ni Turespaña ni el Instituto Nacional de Estadística tienen estimaciones de cuánta agua gastan los visitantes. “Es muy difícil saber el consumo del sector, ya que muchas veces está asimilado al consumo urbano, y hay muchas tipologías de alojamientos, de hoteles de cinco estrellas a campings y apartamentos en las ciudades”, señala David Saurí, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y experto en gestión del agua. “Hay algunos estudios pero no información a nivel de país, todo lo que sabemos es a base de juntar información dispersa y no sistematizada”, añade.

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Confinamiento sin visitantes

Uno de los trabajos más completos es el que se hizo en Baleares en 2020 aprovechando el confinamiento, que vació las localidades de foráneos: estimó que el gasto de agua fue un 24,2% inferior en los tres meses sin visitantes, llegando casi al 60% en los municipios más turísticos. “El estudio tiene en cuenta tanto el consumo directo como el indirecto, que incluye piscinas, jardines o campos de golf. Los datos son extrapolables a otras islas, como Canarias, pero no tanto a zonas con un turismo más urbano, como Barcelona o Málaga”, apunta Tolo Deyá, decano de la Facultad de Turismo de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y uno de los autores del trabajo. “También hemos clasificado a los turistas en cinco tipos, y hemos visto que el que más agua consume es el nocturno —que busca la fiesta— y el de sol y playa —que usa más piscinas y duchas—. Mientras, el turista de naturaleza, el activo —que hace actividades deportivas— y cultural —visita museos— necesitan menos”.

Campaña de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS) para que los hoteles quiten los tapones de las bañeras y los turistas sean conscientes de que hay que ahorrar agua.
Campaña de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS) para que los hoteles quiten los tapones de las bañeras y los turistas sean conscientes de que hay que ahorrar agua.AEOPAS

Según la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), los ciudadanos consumen 131 litros diarios (datos de 2022). ¿Los turistas gastan más o menos? Macià Blázquez, catedrático de Análisis Geográfico en la misma universidad, es coautor de un trabajo sobre el tema: “Hemos hecho estudios para ver el consumo de agua con dos patrones, el turismo intensivo de sol y playa en un resort, tipo Magaluf, y el de urbanizaciones con chalet y campo de golf. Y hemos comprobado que en el primer caso tenemos consumos de unos 200 litros por pernoctación, que es muy razonable —es el modelo más eficiente—, mientras que en el segundo son unos 1.100 litros”. Eso son ocho veces más que el gasto medio diario por habitante.

Mariano Sidrach, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Málaga, ha estimado que los alrededor de 30 millones de turistas llegados en 2023 a Andalucía consumieron alrededor el 13% del agua, con una mayor presión sobre las ciudades y zonas costeras. “Calculo unos 300 litros al día por turista y 130 litros diarios para los habitantes”, dice. Julia Martínez, de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), tercia: “Hay que tener en cuenta que no es lo mismo un piso turístico, con un uso parecido al de una vivienda, que un hotel de cinco estrellas, con piscina, spa, jacuzzi y campo de golf”. La agencia pública Barcelona Regional estimó en 2016 la diferencia entre los establecimientos de la capital catalana: una y dos estrellas, 165 litros por pernoctación; tres, 232 litros; cuatro, 373 litros; cinco, 545 litros. El Gremio de Hoteles de Barcelona, una entidad privada, estima que en 2022 se ha reducido sobre el 40%: 110 litros en una y dos estrellas, 143 en tres; 171 en cuatro y 252 en cinco.

¿Por qué se usa más agua de vacaciones? Tolo Deyá, de la UIB, responde: “El turista tiene un comportamiento hedónico, viaja por placer y rompe con determinados vínculos de su lugar de origen, como pueden ser el ahorro y la sostenibilidad. Yo puedo estar muy concienciado en mi vida diaria, pero luego pensar que para una o dos semanas al año que viajo, lo que quiero es disfrutar de la experiencia, relajarme y no pensar en nada más. Eso también explica que cuanto más lujo, más hedonismo: si hay un jacuzzi en la habitación es probable que lo use”.

Zonas con estrés hídrico

Estanislao Pujades, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), apunta: “Lo que más agua gasta es la agricultura, alrededor del 75%. El consumo total del turismo no parece tanto. Sin embargo, se concentra en la zona mediterránea, donde más estrés hídrico suele haber, y en ese caso sí puede ser una parte importante del consumo”. Entonces, ¿qué hacer? “Es complicado restringir los visitantes, porque suponen un impacto económico muy grande en el país. Hasta ahora, las restricciones de agua parece que no se aplican al turismo”.

Esa es la sensación que cunde en Andalucía —otra zona con gran estrés hídrico—, donde la Junta permitió hace unos días que los hoteles llenen sus piscinas este verano pero prohibirá que lo hagan los particulares y los bloques de viviendas en zonas costeras de Málaga, Almería y Cádiz. En Barcelona les permitirán llenarlas con agua desalada. “En un lugar donde se deja sin agua a la gente, que los turistas puedan hacer un uso ilimitado no parece muy lógico, ni un buen mensaje para la población, que lo ve como un agravio comparativo y puede generar un cierto odio. No es ese el modelo turístico que debemos impulsar, necesitamos a turistas ambientalmente responsables”, responde Julia Martínez, de la FNCA.

Un operario de una empresa de camiones cisterna rellena hace unos días la piscina de una urbanización de la localidad de Rincón de la Victoria (Málaga).
Un operario de una empresa de camiones cisterna rellena hace unos días la piscina de una urbanización de la localidad de Rincón de la Victoria (Málaga). Garcia-Santos (El Pais)

Blázquez, de la UIB, coincide: “La industria turística tiene carta blanca para usar el agua sin problemas. En Baleares han hecho una campaña para que los residentes usemos menos agua y Fridays for Future ha exigido que se aplique también a la industria turística, que pasa por delante del residente”. Saurí, de la UAB, tercia: “El agua es una derivada de una problemática más profunda, los pisos turísticos que expulsan a los vecinos de sus barrios”. Eduardo Santander, director ejecutivo de la Comisión Europea de Viajes, añade: “El agua que se consume en turismo es visible —una piscina, un campo de golf, un baldeo de una calle—; en otras industrias es invisible, pero consumen mucho más. El sector tiene que comunicar bien cómo utiliza y recicla el agua para evitar la conflictividad social, y las administraciones tienen que generar programas para estudiar el consumo”. En su opinión, “lo que más afecta al turismo es la percepción, el año pasado ya tuvimos varias olas de calor y ahora la sequía, eso hace que surja una tendencia de mirar destinos alternativos más al norte. El efecto de la sequía se verá a largo plazo en las reservas vacacionales”.

Fuentes de la Secretaría de Estado de Turismo recuerdan que “turismo sostenible y uso responsable del agua son una ecuación necesaria para que nadie salga perdiendo en el contexto de crisis climática en la que estamos inmersos y en esa línea ha de avanzar la colaboración entre administraciones. Todos los actores de la industria turística debemos concienciarnos de que el agua es un bien cada vez más escaso y poner en marcha proyectos destinados a un uso más eficiente de los recursos”.

Luis Babiano, gerente de la Asociación de Operadores Públicos de Agua y Saneamiento (AEOPAS), aventura posibles soluciones: “Hay que crear planes locales de reutilización que consigan que los baldeos, riego de jardines y de campos de golf se hagan solo con aguas regeneradas, y hay que obligar a los hoteles a implementar tanques de aguas grises para este tipo de usos”. Además, hay que transmitir responsabilidad a los turistas, que pueden disfrutar, pero siendo conscientes de la situación climática en la que vivimos. Por eso, el pasado viernes lanzamos una campaña para pedir a los alojamientos que quiten los tapones de las bañeras para evitar baños —que gastan mucho más que las duchas— y para avisar a los visitantes de la situación de estrés hídrico”.

Es el mismo espíritu de los carteles que reciben a los visitantes en el aeropuerto de Barcelona, aunque no siempre es sencillo que el mensaje cale: muchos visitantes siguen sin saber lo que ocurre. El presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona, Jordi Clos, apuntaba hace un mes que “el mensaje de que no hay agua” puede perjudicar al sector porque “los turistas se marcharán” a otros destinos. Blázquez, de la UIB, bromea: “Está claro que el lobby turístico tiene mucho poder y peleará para no sufrir restricciones. Si la cosa empeora, tendrás que seducir a un turista para que te deje ducharse en su hotel”.

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By Laura R Manahan

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