Ha sido un momento delicadamente planificado, para remontar semanas de inestabilidad y crisis en la imagen pública de la monarquía británica. Carlos III, aquejado de cáncer y todavía bajo tratamiento, ha acudido este Domingo de Pascua a la capilla de San Jorge, en el recinto del castillo de Windsor, para participar en el tradicional servicio religioso. Era la primera vez en mucho tiempo que el rey participaba de modo presencial en un acto público, aunque el flujo de fotos, vídeos o audios grabados que el palacio de Buckingham ha distribuido desde que se anunció la enfermedad, a principios de febrero, ha sido constante, con el propósito de dejar claro que el monarca no había abandonado el despacho diario de los asuntos de Estado.
Acompañado de la reina consorte, Camila, Carlos III ha llegado a la capilla a bordo de un vehículo oficial. Tradicionalmente, la familia real realiza a pie el breve recorrido entre las dependencias del castillo y el recinto religioso, que no lleva más de cuatro minutos. Los médicos recomendaron al monarca que restringiera al máximo su actividad pública en exteriores y su contacto con otras personas durante el tratamiento, para evitar posibles infecciones. De hecho, según había informado previamente su equipo de comunicación, el rey se ha sentado aparte del resto de la comitiva durante el servicio religioso en San Jorge.
A la llegada, ataviado con un abrigo de paño azul marino, Carlos III ha querido sonreír y saludar a las decenas de curiosos concentrados a unos pocos metros, en Windsor. Y ha sido a la salida del servicio religioso cuando el monarca ha decidido acercarse hasta ellos para estrechar varias manos y charlar con alguno de ellos. Ha recorrido varios metros acordonados, y se ha dejado hacer fotos por todos los ciudadanos que esperaban desde primera hora de la mañana. Un gesto interpretado por muchos como el intento de recuperar cierta apariencia de normalidad en la actividad del rey.
Ausencia de Kate Middleton
A diferencia de otros años, los príncipes de Gales, Guillermo de Inglaterra y Catalina (Kate Middleton), no han acudido a la capilla. La princesa anunció hace 10 días, a través de un vídeo, que también ella padecía cáncer y estaba siendo sometida a un tratamiento de “quimioterapia preventiva”. Puso fin de ese modo a la catarata de especulaciones y teorías de la conspiración sobre su paradero y estado de salud que surgieron en las redes sociales y en algunos medios de comunicación.
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La reducción drástica del número de miembros activos de la familia real ha provocado que el hermano del rey, el príncipe Andrés, condenado al ostracismo público y social por su turbulenta relación con el multimillonario y pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein, haya recuperado cierta presencia en primera línea en algunos eventos. Este domingo se dejaba ver claramente en el servicio religioso destinado a afianzar la imagen de Carlos III frente a los ciudadanos.
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