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El Papa advierte del impacto del cambio climático y el turismo de masas en una visita a Venecia | Internacional

El papa Francisco viajó este domingo a la ciudad de Venecia, donde visitó el pabellón de la Santa Sede de la Bienal de Arte veneciana, instalado en una cárcel de mujeres; mantuvo un encuentro con un nutrido grupo de jóvenes y ofició una misa en la plaza de San Marcos. Allí advirtió de las “amenazas” que están poniendo en jaque a la ciudad de los canales, como la crisis climática y el turismo de masas.

Esta es la primera vez que el Pontífice, de 87 años, sale de Roma este año y la visita se desarrolló con normalidad, pese a que la meta a priori parecía poco cómoda dados los problemas de movilidad que tiene el Papa desde hace tiempo, que lo obligan a utilizar silla de ruedas y bastón para desplazarse.

El Pontífice, que se mostró sonriente y en forma, mantuvo el ritmo de su ajetreada agenda durante las cinco horas que duró la visita y se trasladó en helicóptero y lancha motora sin problemas. Francisco llegó cerca de las 8.00 en un helicóptero que aterrizó en el patio del centro penitenciario, que se encuentra en la isla de la Giudecca. La Santa Sede decidió instalar su pabellón artístico para la 60ª edición de la prestigiosa Bienal en la cárcel femenina y titularlo Con mis ojos para narrar el dolor y el estigma que enfrentan las reclusas dentro y fuera del penal. Francisco saludó a las presas en el patio y les dedicó unas palabras: “Queridas hermanas, hoy todos saldremos más ricos de aquí. Puede que quien salga más enriquecido sea yo”, dijo a las reclusas, que se mostraron emocionadas.

Francisco también reclamó que el sistema penitenciario ofrezca “espacios de crecimiento humano, espiritual, cultural y profesional” a los presos, para “crear las bases para su reinserción”. “La prisión es una realidad dura, hay problemas de hacinamiento, faltan infraestructuras y recursos, y se dan casos de violencia, que os causan tanto sufrimiento”, lamentó el Pontífice argentino, hablando con las reclusas. Y agregó: “Pero también puede convertirse en un lugar de renacimiento moral y material, donde la dignidad de mujeres y hombres no es aislada, sino impulsada a través del respeto recíproco o el cuidado de talentos y capacidades”. “Nadie puede quitar la dignidad a una persona”, recalcó entre aplausos.

Después fue a la capilla de la prisión, donde está el pabellón de la Bienal, el evento que cada dos años convierte Venecia en un enorme museo, abierto a todas las disciplinas artísticas y en el que participan casi un centenar de países. Allí Francisco, el primer Papa que visita la Bienal, dijo a los creadores que “el mundo necesita artistas”, también para combatir “el racismo, la xenofobia, la desigualdad, el desequilibrio ecológico y la aporofobia”, que Bergoglio definió como el “neologismo terrible” de la “fobia al pobre”.

Sus antecesores Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron en su día Venecia por otros motivos. Aunque Jorge Mario Bergoglio no montó en góndola en su viaje veneciano, como hizo Joseph Ratzinger en 2011.

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Después de visitar la cárcel, el Papa navegó en lancha motora los famosos canales venecianos. La embarcación fue adaptada para poder transportar al pontífice en la zona de la popa, donde se colocó un sillón blanco elevado y unas barandillas metálicas para que Francisco pudiera sujetarse para aliviar sus problemas de movilidad.

El pontífice argentino puso rumbo a la conocida como Punta de la Salud, donde comienza el famoso Gran Canal veneciano. En esa zona visitó la basílica de Santa María de la Salud, que fue construida en el siglo XVII a modo de ofrenda por el final de la peste que había diezmado la ciudad. Allí centenares de jóvenes esperaban a Francisco. El Pontífice los alentó a evitar vivir “sentados en el sofá”. “No os aisléis, buscad a los demás. Id sin miedo a contracorriente: tomad la vida entre las manos, poneos en juego, apagad la televisión y abrid el Evangelio. Esto es demasiado, ¿eh? Dejad el teléfono móvil y encontrad a la gente”, les animó. Y lanzó: “Muchachos, no seáis profesionales del teclear compulsivo, sino creadores de novedad”.

Para concluir la fugaz visita, Francisco ofició una misa ante unos 10.000 fieles en la impresionante Plaza de San Marcos y en la homilía denunció las “amenazas” que se ciernen sobre la histórica ciudad. Entre otras cosas, apuntó al cambio climático, que se puede percibir particularmente en esta urbe construida sobre el agua y cuyo frágil e incalculable patrimonio ha sufrido las consecuencias de devastadoras inundaciones en los últimos tiempos. Francisco también criticó la gestión del turismo masificado que abarrota cada día las calles de Venecia, marcada en consecuencia por una despoblación galopante.

En la ciudad histórica residen por primera vez menos de 50.000 habitantes. “Hoy vemos esta ciudad, admiramos su encantadora belleza, pero nos preocupan los muchos problemas que la amenazan: el cambio climático, que repercute en las aguas de la Laguna y en el territorio; la fragilidad de los edificios, del patrimonio cultural, pero también la de las personas; la dificultad de crear un ambiente propicio mediante una gestión adecuada del turismo; y también todo lo que estas realidades corren el riesgo de generar en términos de relaciones sociales deterioradas, individualismo y soledad”, lamentó Francisco.

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By Laura R Manahan

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