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Borja Jiménez, actitud de querer ser | Cultura

Desparpajo, empuje juvenil y frescura fueron los ingredientes que Borja Jiménez combinó con el tercero de la tarde. Un toro del Puerto de San Lorenzo, tan largo de hechuras como falto de entidad. No tuvo mucha entrega, pero fue y vino a la muleta sin aparente oposición. Jiménez lo aprovechó con gran decisión. La faena tuvo muchas fases, desde el toreo en redondo y ajustado hasta la galería de guiños al tendido, que se sintió cómplice con el joven espada. Series largas, provocativos cites, y una ambición que tuvo premio. Los cambiados por la espalda del final de faena, fueron la conexión definitiva. Y el efecto deseado por el joven espada.

El sexto, el tercero de Juan Pedro Domecq, tapó sus carencias por la cara: cornalón y astifino, pero poco más. Aunque trató de cuidarlo Borja Jiménez en varas, el toro no se rindió fácil en la muleta. Al poco de empezar, la faena se le derrumbó, pero la actitud del sevillano pudo con todo. Al pasito corto, forzado en su embestida, sin entrega, pero obligado a tomar la muleta por el ataque sin cuartel de Borja Jiménez. No se dejó nada en el tintero el joven espada, que le buscó las vueltas por los dos pitones. No podían salir muletazos ligados, pero la faena tuvo su chispa por la tremenda disposición del torero.

Cayetano montó una faena habilidosa, en búsqueda del efecto en la gente, larga, con muchos pases pero poco contenido, en el primero de la tarde. Y a un buen toro, que fue tan suave en la muleta como obediente y noble. Sin poner condiciones, rendido a todo lo que le planteaba Cayetano. Los rodillazos, en versión por alto o en molinetes, encantaron a la solanera, donde se llevó el toro Cayetano para encontrar más complicidad con el tendido. Algún muletazo estirado, compuesto, pero muy poco para lo que el toro le ofreció.

Al cuarto le pegaron dos puyazos sin misericordia; un abuso. Y a la muleta llegó como con ánimo de revancha. Entre el mal estilo que desarrolló el toro y alguna ráfaga de viento, Cayetano se vio desbordado. Sufrió el torero e incluso casi llegó a perder los papeles al ser desarmado y perseguido. La cuadrilla también pasó lo suyo y en el ruedo nadie fue capaz de poner orden. Un alivio para el propio Cayetano, tras una habilidosa estocada.

Agradecido en cada envite el segundo de la tarde. Toro de muy justa presencia, pero de excelente son. Las verónicas de recibo de Juan Ortega fueron firma de la casa, con denominación de origen, pero en la muleta solo hubo intentos y detalles. Un espejismo de faena en la que nada más comenzar fue desarmado. Destellos, fácil en todo, la faena fue como un boceto sin acabar el dibujo. No tuvo continuidad. Y todo venido a menos, tanto que hasta la música, tan fácil de arrancar en esta plaza, dejó de sonar. Al toro se lo llevaron las mulillas con las orejas puestas. Desaprovechado.

El quinto, de La Ventana del Puerto, también sufrió un severo castigo en varas. Y a la muleta llegó con cabeceo molesto y rebrincado. Ortega tampoco supo ordenar aquello y la faena no tuvo color ni calor. Un torero sin alma, sin llegar a estar afligido, pero dando la impresión de incapacidad. Poca ambición, en fin.

JUAN PEDRO DOMECQ, PUERTO SAN LORENZO, LA VENTANA DEL PUERTO / CAYETANO, ORTEGA, JIMÉNEZ

Toros de Juan Pedro Domecq (1º, 2º, 6º), Puerto de San Lorenzo (3º, 4º) y La Ventana del Puerto (5º), en general muy desiguales de presencia y pobres de trapío. Buenos los dos primeros. Escasos de casta en general.

Cayetano: estocada trasera (saludos); estocada trasera y descabello (silencio).

Juan Ortega: pinchazo y estocada corta (saludos); estocada (silencio).

Borja Jiménez: estocada algo desprendida (oreja); media _aviso_ y descabello (vuelta al ruedo).

Plaza de Valencia. 17 de marzo. Octava corrida de Fallas. Algo más de media entrada.

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By Laura R Manahan

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