Cuenta Anabel Álvarez, presidenta de la plaza de toros de Granada y directora de las jornadas taurinas que se celebran en la residencia La Corrala de Santiago, un centro de extensión universitaria de esta ciudad andaluza, que es aficionada a los toros por tradición familiar, porque Vicente, su abuelo paterno, tenía la costumbre de llevar a toda la familia a la grada del tendido 10 durante la feria, y ahora reconoce que está enganchada a la fiesta, y que ha hecho de ella una forma de vida. “No entiendo mi día a día sin la tauromaquia”, afirma.
Es licenciada en Derecho y administradora de fincas, pero su pasión son los toros. Durante 14 años ha sido colaboradora en distintos programas radiofónicos taurinos de cadenas nacionales y andaluzas; junto a dos amigas de la facultad, Loli y Pilar, y en colaboración con la Universidad de Granada, ideó en 1996 unas jornadas que pronto dirigió en solitario, y que acaban de cumplir su vigésimo séptima edición; y hace 17 años fue nombrada presidenta titular de la plaza de toros de la ciudad.
“La tauromaquia tiene una innegable vertiente cultural y en ella tratamos de profundizar en las jornadas”, señala Álvarez. “Cultural y académica”, añade, “y de ahí la importancia de que se hable de toros en el marco de la universidad”. “Y la presidencia de la plaza es un paso en mi madurez como aficionada que me ofrece la oportunidad de conocer la fiesta por dentro”, concluye.
“Es fundamental que se hable de toros sin complejos en un centro universitario y se incida en la tradición cultural de esta fiesta”
Ni las jornadas ni la presidencia han sido camino fácil. Las primeras contaron en su día con la inestimable ayuda de Carlos Orte, director de La Corrala ya fallecido, y ahora con la de José Antonio Murciano, actual responsable del centro, pero Anabel Álvarez recuerda que hace un tiempo hubo una recogida de firmas en la facultad de Filosofía y Letras para que se suprimieran las jornadas. Felizmente, sus promotores no consiguieron su objetivo, y las jornadas se siguen celebrando durante cuatro días al año, con conferencias, presentaciones de libros, mesas redondas y una exposición artística, y la presencia de toreros de oro y plata, ganaderos, veterinarios, escritores, periodistas y aficionados. “Me sigue preocupando que las jornadas tengan contenido y trascendencia, que se hable de toros en un marco universitario, y que la afición las considere una referencia taurina”, afirma Álvarez. Y todo ello se lleva a cabo con la ayuda económica de la propia Corrala de Santiago y de empresas privadas que, en contra de la práctica habitual, ofrecen su testimonio taurino.
“Por La Corrala han pasado más de 250 ponentes entre profesionales y expertos”, comenta Álvarez, “y aun así me parece pretencioso afirmar que las jornadas han aportado algo a la tauromaquia; pero me parece fundamental que se hable de toros sin complejos en un centro universitario y se incida en la tradición cultural que encierra esta fiesta”.
Las jornadas de La Corrala y las colaboraciones radiofónicas de Anabel Álvarez fueron los mejores avales para que la Junta de Andalucía se fijara en ella cuando decidió ofrecerle la responsabilidad de subir al palco presidencial de la plaza de toros de Granada. Tardó tres años en aceptar la propuesta, aprovechó el tiempo para hacer un rodaje por cosos pequeños de la provincia granadina, y desde 2007 dirige uno de los dos equipos presidenciales de la capital.
“Al principio, no fue fácil que el sector taurino aceptara la presencia de una mujer en el palco”, recuerda Álvarez, “pero la autoridad y el respeto hay que ganárselo al margen del género; para ello, es fundamental tener afición, conocimientos jurídicos y de la reglamentación taurina, cultura taurina, y estar familiarizada con algunas actitudes personales como saber gestionar situaciones de crisis, poseer una gran dosis de paciencia y de diálogo, pero con capacidad y criterio para tomar decisiones contra todos, si fuera necesario”.
Asegura la presidenta que en todo momento se ha sentido respaldada por los políticos, y que jamás ha recibido una llamada que no fuera para corroborar una decisión adoptada por su equipo. “Y lo digo de verdad, con absoluta responsabilidad”, enfatiza.
“Pero la labor de una presidenta es muy complicada porque en una tarde de toros confluyen muchos intereses y no siempre son coincidentes”, prosigue. “Y debes ponderar todas las propuestas y tener claro en todo momento que tú estás para defender el Reglamento y los derechos de los espectadores. Pero es duro tomar decisiones que no satisfacen a todos”.
Añade que las mañanas en los corrales no suelen ser fáciles, y que las tareas de los reconocimientos, en los que se aprueban o rechazan las reses presentadas para la lidia, provocan tensiones entre las partes. “En Granada se producen situaciones complicadas y lo digo por experiencia”, asegura.
“Pero la condición de presidenta tiene, también, una vertiente emocionante”, añade, “permite conocer la fiesta de los toros por dentro, aunque, a veces, escuches y veas cosas que amenazan con quitarte la afición, pero es mucho y gratificante lo que recibes a cambio”.
“No ha sido fácil que el sector taurino haya aceptado la presencia de una mujer en el palco”
Pregunta. También habrá vivido algún que otro mal rato…
Respuesta. Sí, además de los nervios que se viven en los corrales, cae alguna que otra bronca del público; mi padre dejó de venir a los toros cuando yo presidía porque sufría mucho. Intuyes la decisión que va a provocar la reacción airada del público, y Granada es muy ruidosa para lo bueno y lo malo, las andanadas son de madera y retumban con estrépito cuando la gente protesta; las broncas no son gratas, pero se asumen, y si no estás dispuesto a ello no puedes subir al palco.
P. ¿Es usted una presidenta exigente?
R. Intento serlo. Este espectáculo hay que prestigiarlo en todas las plazas. Procuro que los triunfos sean de verdad. Existe hoy una ola de triunfalismo que no es buena para la fiesta, y en la medida de mis posibilidades intento controlarla.
P. ¿Cree usted que se sigue ‘afeitando’?
R. Sí; durante seis años mi equipo ha enviado a analizar pitones supuestamente manipulados y ha habido ganaderos sancionados. No quiero sanciones, pero no me queda más remedio que denunciar para prestigiar el festejo, y así se lo transmito a las cuadrillas.
“El público de Granada acude a la plaza a divertirse”, termina, “lo que me parece bien, pero yo soy más partidaria de la emoción, porque no en vano soy el resultado de algunos de los buenos aficionados que hay en mi ciudad. Para mí, es muy importante la ética en el toreo; por eso, lo primero es el toro, su presentación y su comportamiento”.
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